Sola

Según mis padres, “yo solita” fue una de las primeras frases que tuve a bien articular. No soportaba que me llevasen de la mano… lo que conllevó unos cuantos disgustos ya que mi inclinación por la independencia no se correspondía en ese momento con mi habilidad para no perder al rebaño.

Han pasado unos cuantos años de aquello pero, al parecer, mi personalidad no ha cambiado demasiado: sigo encontrándole el gusto a pasar tiempo conmigo misma. Me caigo bien. Me molo.

Viajar por carretera, la mayor parte del tiempo a través de sitios remotos, tiene su atractivo por lo introspectivo del asunto, por no tener que negociar con ningún compañero del viaje cada detalle (voy con mi perra Monroe, pero a ella le parece todo bien por ahora), y permite hacer una inmersión más profunda en la aventura ya que no has de desviar la atención de lo que te rodea. Permite estar presente. Pero también tiene la contrapartida de no poder dividir las tareas, que hay que estar vigilante por si surge algún peligro ya que nadie te va a poder asistir de inmediato -es lo que tiene la “remotez..”- y, por supuesto, la conversación se hace un poco más monótona.

Dicho esto, y teniendo en cuenta que no viajo de una forma demasiado discreta (arrastro una caravana bastante llamativa con un pick-up truck hipster..), una regla fundamental para no ponerse en situaciones incómodas es siempre hacer caso a tu primer instinto: si el lugar que has elegido para pasar la noche no te da buena espina, sal pitando de ahí. Si al llegar al sitio que tu instinto te dice “sal pitando de ahí” estás muy cansado para irte, no desenganches la caravana y deja todo preparado para… pues eso. Salir pitando de ahí.

Si vas a acampar cerca de una ciudad, se conservador. Paga más de lo que normalmente te gastarías por el lugar que ofrezca más garantías de seguridad. KOA es siempre una buena opción. Si hay jubilados, es seguro. Al fin y al cabo, ellos han conseguido mantenerse vivos hasta la senectud. Think like a iaio.

Si puedes evitar acampar cerca de un paso fronterizo, mejor.

Si llegas a un camping estupendo pero no hay nadie más… lo mejor es seguir ruta. En la foto de abajo llegué a un camping precioso, Cosmic Campground International Dark Sky Sanctuary, en New Mexico. Esperé una hora porque me resistía a irme del lugar… pero decidí no quedarme porque lo que durante el día es estupendo, el disponer del sitio para mí sola, por la noche puede convertirse en una película de miedo cuando te encuentras sin nadie alrededor, en medio de unas montañas en las que en 4 horas de camino para llegar no te has cruzado ni con tres coches . Next.

Si tienes la opción de elegir entre un camping privado y uno de la red de National Parks, National Forest, o State Parks, opta siempre por lo público. No sólo vas a contribuir al excelente funcionamiento de la red de parques, además vas a contar con un lugar vigilado por Rangers, y en la mayor parte de los casos el mantenimiento va a ser impecable. Casi siempre. Y suelen ser bastante más baratos.

Y estas son las pocas reglas que sigo a rajatabla. Por lo que sea le tengo apego a mi integridad. Pero vaya, la mayor parte del tiempo no hay peligro suficiente para tanto miedo, como dice mi amiga Ajo.

En cualquier caso, y como arma secreta por lo que pueda pasar, siempre es conveniente viajar con un perro.

Carretera y mantra.

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